3.12.07

Teatro para justificar cambios en la plantilla

UN SUICIDIO COLUMNÍSTICO


PERSONAJES DE LA OBRA

A

The Town Crier

ESCENARIO DE LA OBRA

Taller de A
Hay una puerta en el centro entreabierta que muestra un pequeño cuarto de baño y otra puerta a la derecha, cerrada y con diversos candados, cadenitas y cerraduras. Una enorme mesa de trabajo ocupa la mayor parte del espacio, repleta de pinceles y papeles coloreados. También hay un par de cámaras Polaroid, una de ellas espatarrada totalmente. No hay estantes, el suelo está repleto de libros, libretas y retratos a medio pintar, muchos de ellos garabateados. Sorprendentemente, solo hay un cuadro colgado de la pared, sin marco, es una versión del Guernika pintado en blanco sobre rojo y grana en el que tanto los trazos como el esquema de colores recuerdan al logo de los refrescos Coca-Cola.

(Entra A desde el cuarto de baño, que estaba y sigue con la luz apagada. Se pasea apresuradamente por el taller mientras delira)

A: No va a venir... estoy seguro de que no va a venir... le habrá parecido demasiado arriesgado... seguro... ¿a quién no le parecería demasiado arriesgado? Ni por mis Santas Pelotas iría yo si me lo propusieran, con una indirecta tan mordedora como la que yo le solté, a modo de convencimiento. No va a venir... y eso me arrebata de cuajo las pocas posiblidades que tenía de conseguirlo, la única opción de acabar con él y de quedarme con todo, el mísero desliz que me iba a permitir cumplir mi sueño y acabar con el de otra persona, piedra angular del camino a la felicidad...

(Llaman a la puerta. Sin decir nada, A se dirige a la puerta y abre todos los candados, cadenitas y cerraduras, uno a uno, una a una y una a una. Entra The Town Crier, lleva un revólver en la mano. A cierra la puerta tras de sí)

A: ¡En verdad lo tenías! ¡En verdad lo has traído! ¿Puedo verlo?

T.CRIER: ¿Crees que hablaría tanto de revólveres y soñaría tanto con usarlos si no poseyera uno? Lo mejor de la afición por las pistolas es poder dispararlas, y es mucho más fácil cuando son tuyas, ¿no crees?

(The Town Crier toma asiento en una de las sillas que hay en la mesa central. Deja el revólver pesadamente sobre la mesa, no hace ademán de querer que A lo toque. Tras mirarlo extrañado o cabreado, A se sienta cerca de él, en otra silla)

A: ¿No quieres saber por qué te he hecho venir con tanta urgencia, a estas horas, a este lugar y con este equipaje?

T.CRIER: No, porque ya lo sé. No se hace venir a un jefe y a la vez rival a tu taller en las afueras a las tres de la mañana con un revólver y una única bala para hornear juntos una tarta. Quieres matarme e intentarás hacerlo procurando no morir tú en mi lugar.

A: Veo que sigues siendo tan agudo como insensato... veo que, aún conociendo mis intenciones, no has dudado venir a mi taller a las afueras a las tres de la mañana con un revólver y una única bala...

T.CRIER: Seis balas.

A: ¿Cómo dices?

(The Town Crier mete la mano en un bolsillo de su chaqueta y vacía su puño sobre la mesa, donde seis brillantes balas ruedan unos centímetros hasta detenerse)

A: ¿Por qué coñ...?

T.CRIER: Mira, niño, sé disparar perfectamente mi revólver, esta noche no será la primera vez que encañone los sesos de alguien, ¿sabes? De lo que no estoy tan seguro es de que tú sepas hacerlo... ¿sabes hacerlo? ¿has disparado alguna vez alguno de estos o algún aparato similar aparte de tu polla?

A: ...

T.CRIER: Bien, pues no pienso arriesgarme a que te dispares en la sien y falles, por eso he traído munición de reserva... no pienso tolerarlo... odiaría que perdieras y sobrevivieras, ¿sabes?

(A se levanta de su silla, se agacha y rebusca entre algunos libros del suelo. Finalmente se incorpora y deja una baraja de cartas algo atrotinada sobre la mesa)

A: ¿Quieres saber mis intenciones exactas? No estamos aquí para morir, o tú o yo, vamos a jugar... y veo que sabes bien a qué... pero dudo que sepas para qué.

T.CRIER: ¿No es solo matarme lo que pretendes? Entonces lo que buscas es mi revista. ¿Te van los perros mojados?

A: Me van.

(Se sienta)

A: Las reglas son muy sencillas...

T.CRIER: ¡Espera...! Brandy.

(A vuelve a levantarse, a regañadientes. Se dirige hasta la otra punta de la habitación, de donde vuelve con una sola copa y una sola botella de brandy... sirve a su contrincante y vuelve a tomar asiento)

A: Bien, como iba diciendo, vamos a jugarnos tu publicación y nuestras vidas. Cada uno coje una carta, durante tres rondas, y el que saque la carta con menor puntuación cada una de ellas agarra la pistola, previamente cargada con una de esas balas, la apoya en su sien y aprieta el gatillo tres veces. El que sobreviva, gana; en su defecto, el que venza en más rondas, gana. Si gano yo, me quedo con la revista, si ganas tú no me volverás a ver en tu vida, ignorando que tenga un contrato indefinido firmado con sangre y tinta.

T.CRIER: Me parecen unas reglas asquerosas, igual que tu brandy... pero puede ser divertido, ¡dale!

(A baraja el mazo de cartas y lo deja entre los dos jugadores. Toma la primera carta, lentamente, y la muestra a The Town Crier: el ocho de corazones. The Town Crier ni se inmuta, atrae la baraja hacia sí y coje rápidamente la carta superior: el nueve de corazones. Sonríe)

A: ...
(Sin mirar a su contrincante, siquiera, A agarra la pistola que ha traído The Town Crier y carga una de las balas. Observándola unos instantes, hace girar el tambor a toda velocidad y lo detiene en seco. Traga saliva de forma excesivamente sonora y se encañona la cabeza a la altura de la ceja derecha. Sin dejar de mirar la mesa, aprieta el gatillo)

(No ocurre nada. Vuelve a apretar el gatillo)

(Nada. Coje aire y, con fuerza, aprieta por tercera vez el gatillo)

(Nada. A suelta el aire retenido nerviosamente)

T.CRIER: Es una auténtica lástima... ahora me toca a mí jugar primero.

(Tras pegar un sorbo a su brandy, The Town Crier coje la carta superior de la baraja: un tres de corazones. Sonriendo y mirando maliciosamente a su oponente, A coje rápidamente la primera carta: un dos de corazones)

A: ¡Oh... mierda!

(The Town Crier ríe ruidosamente y acaba tosiendo de forma enferma. A vuelve a hacer girar el tambor del arma y a detenerlo. Vuelve a encañonarselo a la altura de la ceja derecha y... aprieta el gatillo tres veces, muy rápido, evitando pensar en su inminente muerte)

(Nada. Nada. Nada)

T.CRIER: Eres desastroso en el juego y afortunado con la muerte... no sé qué cojones significa exactamente eso, pero lo eres, ¡ja ja ja!

(A A no le hace nada de gracia, quizá por la ausencia de brandy en su sistema. Se acerca la baraja, soltando la pistola de forma ruidosa, y coje la primera carta... despacio... la mira... sonríe... y la muestra a su adversario: el rey de corazones)

A: Pensaba que se iba a acabar la partida sin algo de verdadera diversión.

T.CRIER: Jugamos para divertirnos, nunca dudes algo así de un juego que incluya armas de fuego.

(The Town Crier se acerca la baraja, la observa, la acaricia con la mano con la que no sujeta la copa de brandy y levanta una carta, sin mirarla siquiera. A se pone pálido)

T.CRIER: No me lo digas... el As.

(Es el as de corazones. A coje la pistola, realmente asustado, hace girar el tambor, lo detiene, se encañona la cabeza a la altura de la ceja derecha y... aprieta el gatillo)

(Nada)

(Aprieta el gatillo una vez más, cerrando con fuerza los ojos)

(Nada)

(Finalmente, baja el arma unos instantes... la mira... mira a The Town Crier... vuelve a encañonarse y aprieta el gatillo)

(Nada de nada)

T.CRIER: Oh, vaya, menuda porquería de juego... ¡tendríamos que haber jugado con seis balas! ¡Ja ja! ¡Para eso las traje! ¿No? ¡Sí! ¡Para eso las traje!

(A se levanta, asume que ha perdido, coje su chaqueta, que está en el suelo y se dispone a irse por la puerta principal. A la mierda con el mundo entero)

(The Town Crier, cuando ve que A le da la espalda y que hace ademán de irse, agarra rápidamente el revólver que ha quedado sobre la mesa, ni hace girar el tambor ni lo detiene, pero sí lo encañona, a la altura de la nuca de A y aprieta el gatillo)

(Nuevamente no ocurre absolutamente nada)

(A se gira, realmene asustado o extrañado o cabreado)

T.CRIER: ¡Era broma! Disculpa, no pude evitar hacerlo.


TELÓN

6 comentarios:

Carlos dijo...

Jajaja, me agradó y desconcertó. El azar, el azar no existe. Tampoco el destino, claro está.

Town Crier dijo...

Disculpad las dos palabras soeces que aparecen (creo que son dos, disculpadlas todas), estos dos personajes son un poco mal hablados.

Por si no ha quedado claro, esta pequeña chuchería sirve para justificar quizá no la muerte, pero sí la desaparición (temporal o permanente) de A en Wetdoggie.

Sin más.

Aleix Salvans dijo...

Nunca he comentado ningún texto de A, porque creo que Bunbury es la versión caspoespañola del bueno de Jim Morrison... pero aún así una desaparición siempre es triste jejejeje.

Mmmmmh me gustaría saber cual de mis textos ha inspirado esto... es que no sé verlo xD

Un saludo.

Town Crier dijo...

Aleix, dedicaste una entrada en tu blog a la desaparición/muerte del iarma. Yo solo le he añadido alcohol, juego y balas.

Sin más.

PD: si de verdad lo habéis leído entero, os merecéis mucho amor.

Aleix Salvans dijo...

Pero yo no le he pegado un tiro... ni lo he intentado xD Iarma me ha abandonado después de cuatro años conmigo, siendo yo a ratos y recordándome mi propia estupidez cuando no lo era... y ciertamente aunque era un incordio y un cabrón como una catedral, creo que le echo de menos... me volvía loco pero me entretenía XD

En fin... un saludo!

Jordicine dijo...

Yo si creo en el destino, que es fruto de la casualidad, claro. Me ha gustado la obra. Tienes buenas ideas. Saludos.

Dramatis personae


The Town Crier
Un terriblemente humilde servidor de todo aquel que se muestre digno de ser servido (¿nadie?). Dedicado única y exclusivamente a todo menos a ir al lavabo, hablará de ello con su característico tono venenoso y su intelecto, que de tan maravilloso brilla en la total oscuridad. MÁS

Mr. Bogus
Más mediocre de lo que muchos nunca llegarán a ser, este curioso personaje que, además de amarillo, es adicto a los joyos, se preocupará de que todos (incluido tú) hagáis vuestras necesidades sabiendo dónde os estáis metiendo (o dónde las estáis metiendo). MÁS