17.9.07

THE TOWN CRIER: Valor marginal del dinero

En la vida he observado varias veces la progresión los placeres del poder adquisitivo medio hacia el alto, personal y colectivamente hablando: 4 chuletillas de cordero con una ración pequeña de patatas, unas rodajas de chorizo y longaniza, dos rodajas de tomate y unos pellizcos de atún por 15 euros, por ejemplo, bebiendo agua y comiendo pan compartidos con otros dos comensales; un hotel de 4 estrellas con mini-bar, televisión con docenas de canales que se pagan aparte (y que no puedes disfrutar en casa por su inexistencia fuera del gremio de los posaderos), caramelitos para la recepción y buffet libre a la hora del desayuno (demonios, ¿quién necesita comer para sobrevivir?); viajes en tren con refrescos y bolsas de cacahuetes (los mismos refrigerios amedrentan a los animales de circo y los de rascacielos, sí); calzones con el nombre de alguien, cuyas persona y personalidad ignoro y probablemente repudie en sueños, impreso entre mi ombligo y mis genitales; televisor ("¡no, por favor, todo menos el televisor!") tan alargado que deforma la imagen, conviritendo a todos los presentadores en seres alienígenas no tan altos como yo; tazas de váter que me limpian el culo con un chorro de agua helada (ideal para los usuarios de almorranas) y me lo secan con un agradable hálito perfumado ("-¿Cuándo inventarán el retrete que, además, te lea una revista?" "-Por desgracia, está al caer"); coches que, ilegalmente y gracias a su motor o carrocería, te permiten agrandar imaginariamente el tamaño de tu pene, de tus sesos o de tu corazón; licores de lujo que acabarás mezclando con Cocacola (recuerda amigo: aún no han inventado la Cocacola Gran Reserva, la misma Cocacola que bebes tú, sucio rico [sucio porque se suele decir que se limpian el culo con billetes... y dudo que luego limpien esos billetes o se deshagan de ellos: la codicia tiene mucho de ahorro], es la misma que bebe el mendigo abstemio de la esquina y le ha costado los mismos 45 céntimos); visitas a grandes discotecas, los museos y salones del siglo XXI, que te dejan con el mismo sabor de boca y el mismo hedor en la ropa de siempre (humo, droga industrial, almizcle sexual y sudor); bodas con pompa, oro y coro que te hacen sentir, si eres de los desgraciados que contrae matrimonio esa noche y corre con los gastos, igual que en el transporte público a las 7 de la mañana: en un mar de desconocidos con cara de sueño que deboran sin descanso los periódicos gratuitos (en la boda no hay periódicos, serían una falta de respeto para Dios o el Ayuntamiento, pero sí hay un banquete y es algo gratuito o no piensas en lo que te está costando, al menos); animales exóticos (eran normales hasta que los disfrazaste con collares, chips y piensos fabricados con serrín y cáscara de almendra) que tan solo piensan en comer y dormir, que es lo que les has enseñado, asesinando así su verdadera naturaleza; verdaderas mansiones con piscina que contribuyen a tu aislamiento de la plebe, a modo de castillo medieval, aunque te permiten agilizar el mercado contratando a extranjeros para que se encarguen de la limpieza y mantenimiento de todo el complejo (trabajo que te desconcertaría por el simple hecho de denominarse así); viajes espaciales para intentar conquistar otros mundos que no apesten tanto como el nuestro y tratar de apestarlos con nuestra presencia ( "Comportaos como seres humanos que sois y no ensuciéis el parque"... ya, claro, "humanidad"); potingues, píldoras e instrumentos para burlar la muerte y convertirnos en vegetales-parásito con mucho tiempo para pensar y reflexionar (aunque nuestras inmóviles cejas digan lo contrario) sobre el desperdicio de tiempo y movimiento que hemos hecho a lo largo y ancho (más largo que ancho: nunca olvidéis las dietas, no, nunca olvidéis las dietas) de nuestras paupérrimas (como muchos desconocen el significado de la palabra, no les duele que les denominen como aquello que más odian [o temen]) vidas.

Eso es: vidas (escribo este otro párrafo tratando de equilibrar el texto y hacerlo más ligero a la lectura).

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Dramatis personae


The Town Crier
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Mr. Bogus
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